viernes, 20 de marzo de 2015

Por los aires

Ahora que andamos a vueltas con los huesos de Cervantes se me plantea el siguiente dilema: ¿qués es más enriquecedor para la cultura universal (y cervantina en particular): desenterrar los huesos que más que ser, parece que son porque nada nos dice que sean de otro... o desempolvar ese librote que se duerme en las estanterías y redescubrir por qué cuando hablamos de "obra cumbre de nuestra literatura" y de "autor universal" no estamos exagerando? No hay color, vamos por el librote.
Y eso hicimos el viernes 13 de marzo.
En la segunda parte del Quijote, cuyo cuatrocientos cumpleaños celebramos, las aventuras del hidalgo están enmarcadas en un ambiente burlón deliberado. Don Quijote ya es un personaje conocido gracias a la publicación de sus primeras aventuras y duques y villanos se aprestan a las tomaduras de pelo a costa del ingenuo caballero andante y no menos ingenuo escudero. Y nosotros con ellos a resucitar bromas sin ninguna malicia y con ganas de reírnos un rato.


Y desta guisa acabó la aventura, mas no acabara si vuesas mercedes gustaron della, pues que en la novela aún guárdanse otras para regocijo de lectores y menesterosos de alegrías. ¡Déjense de huesos de muertos y aplíquense al disfrute de vivos!. Y no digo más.