martes, 16 de febrero de 2010

Que se ha muerto Salinger...

Sí, se ha muerto y era escritor, oiga. La muerte de los escritores tiene estas cosas, no les hacemos ni caso en vida pero, cuando se mueren, parece que todos fuéramos expertos en su obra. Salió la cuestión en la reunión del equipo de biblioteca y, con absoluta sinceridad, ninguno mostró ser un devoto de Salinger (quizá nos perdemos algo exquisito, nunca se sabe). Estuvimos de acuerdo en que su obra más célebre, El guardián entre el centeno, no era para tanto (cuando uno dispone del Quijote o Los cien años de soledad en su propia lengua, por citar dos ejemplos, ...) y adquirió mayor notoriedad por motivos "ajenos", lo de ser el libro de cabecera de un asesino de fama, tiene su aquel.
Por eso, aunque la memoria del difunto nos persiga, vamos a aprovechar este momento para recordar a nuestros lectores las obras de dos de sus paisanos que nos parecen más alegres e interesantes:
Uno: Mark Twain, vivaracho y cordial, con buenas dosis de buen humor, maestro del disfrute de la vida y de sus sencillos placeres. De su obra en la biblioteca hay una selección aceptable: Las aventuras de Tom Sawyer o las de Huckleberry Finn, Tom Sawyer, detective; El billete del millón, El príncipe y el mendigo, Un reportaje sensacional, Un yanqui en la corte del rey Arturo y alguna cosilla más.
Dos: Dashiel Hammet, espléndido autor de historias negras, de intriga, de detectives duros, de mujeres misteriosas e imprevisibles, de ladrones y mafiosos. Sus obras han sido en muchas ocasiones llevadas al cine, por eso os recomendamos también algunas que aún no están en la biblioteca (pero tarde o temprano lo estarán): El halcón maltés (que sí está en la biblioteca a vuestra disposición), El hombre delgado, La llave de cristal o colecciones de relatos que no tienen desperdicio (están recopilados en una colección de la editorial Debate).
Si nunca habéis leído algo de cualquiera de los dos, probad, el entretenimiento está asegurado.

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